Centro Internacional Sembradores de Fe y Vida
Diciembre 6-7
Venciendo la Angustia (II)
Lectura bíblica: Filipense 4: 4-20
Filipense 4: 6 Por nada estéis afanosos (angustiado); antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.
A continuación seguimos el tema anterior sobre la angustia el afán,
Una vez más podemos ver que hay una preocupación y una ansiedad que es agobiante, dañina y destructiva, producida por el vacio existencial de la presencia de Dios en la vida del individuo y la confianza en Él, cómo su Creador.
En la carta del General Aristeas 430 a. C, hay una pregunta (271): "¿Qué preserva a un reino?" Y la respuesta es: "El cuidado, la angustia (merimna) y la vigilancia para evitar en cualquier momento que todos los que están en eminencia puedan dañar a los súbditos".
La respuesta a esa angustia, está en el coro de la guardia del rey Salomón y la declaro, mucho tiempo antes: Salmo 127:1 Si el Señor no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si el Señor no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.
El salmista declara la confianza para liberarse de la angustia, sobre si dormirá tranquila la ciudad o no por causa de los enemigos, el no dice que la guardia estaba durmiendo con el resto de la nación, al contrario son diligentes en lo que le corresponden como soldado, pero su seguridad está en la confianza en Dios.
La poeta Anacreonte escribe: "Cuando bebo vino, mis problemas, angustias, se van a dormir". Muchos individuos piensan como la poeta, creyendo que sus angustia, ansiedades, preocupación, son borradas con las bebidas alcohólicas
Ahora nos resta concluir con NT y ver las que son ansiedades justas y las que no lo son. Primero, echemos una ojeada a la ansiedad errónea.
(1) Son siempre erróneas y desatinadas la ansiedad y la preocupación que provienen de enredarse demasiado en los negocios del mundo lo temporal (Mt. 13:22; cf. Mr. 4:19 y Lc. 8:14; 21:34). Cuando un hombre se ocupa tanto en los negocios del tiempo, que no puede prestar atención a los asuntos de la eternidad, está en una situación peligrosa. Cuando se preocupa y se cuida en extremo de las cosas terrenales, cuando se concentra tanto en ellas que las celestiales se le amontonan, está corriendo un gran riesgo. Un hombre puede estar tanto con los hombres, que no disponga de tiempo para estar con Dios. Puede tener tanto que decir a los hombres, que no le quede un instante para orar a Papá Dios. Nótese esto: el compromiso de ese hombre en el mundo puede ser con algo que, en sí, no sea malo, pero, a menudo, "lo bueno puede ser el peor enemigo de lo óptimo".
(2) La preocupación por el futuro siempre es desatinada, porque es ciega; falla en ver la magnificencia de Dios para con el mundo; si Papá Dios cuida de los pájaros y las flores, seguro que cuidará de los hombres (Mt. 6:25, 26, 28-30).
Es desatinada porque es inútil La preocupación nunca pudo llevar nada a cabo (Mt. 6:27). Es errónea porque es incrédula (Mt. 6:32). Un gentil puede preocuparse, pero no un cristiano. Es desatinada porque lo único que consigue es incapacitar al hombre para salir al paso de los problemas que se le avecinan (Mt. 6:34). La preocupación no hace al hombre más capaz para hacer frente a una situación, sino más débil.
(3) La preocupación es desatinada cuando significa derrochar energías por algo no esencial. En este sentido, Marta se equivocaba (Lc. 10:41). No era una suculenta comida lo que Jesús quería, sino la paz ante la Cruz.
(4) Es un desatino preocuparse sobre cómo hacer frente a la oposición y a las pruebas que vengan al cristiano (Lc. 12:11). Con la necesidad, vendrá el poder. Papá Dios no abandona a sus hijos.
(5) Preocuparse sobre cómo agradar a la gente es un desatino (1 Co. 7:32-34). No es a los hombres a quien debemos procurar agradar, sino a Papá Dios. Y si un hombre teme a Dios lo suficiente, nunca temerá al rostro de otro hombre.
Ahora veamos la forma justa de la preocupación.
(1) Es justo que nos preocupemos calmadamente por los demás (1 Co. 12:25). De hecho, suele suceder a menudo que la mejor forma de olvidar nuestras preocupaciones y angustia es ver las de otros y darle una pequeña mano. La vida se hace más fácil y más plena cuando sentimos las angustias de los otros más que las nuestras.
(2) Es especialmente justo preocuparse por nuestros hermanos en la fe (Fil. 2:20). Timoteo era el hombre que se preocupaba en extremo por las necesidades de los filipenses. Ningún cristiano puede ser feliz mientras otros cristianos, de cualquier color o país, pasando por las angustias, la persecución, la necesidad y su hermano en la fe lo ignora y es insensible con él. El caso de nuestros pueblos que se ufana ser cristiano pero no dan la mano para un pan al necesitado.
(3) Es justo preocuparse por la iglesia de Jesucristo (2 Co. 11:28). La preocupación de Pablo por las iglesias era a la vez una carga y un privilegio. El cristiano siempre pensará y planeará cómo servir mejor a la iglesia.
Es cierto que se nos dice que no nos preocupemos por la vida ni por el mañana. Pero la preocupación que nos está prohibida es la que incapacita, no la que habilita. El deber de un cristiano es hacer el máximo de obra, comprometerse a todo cuanto pueda, y dejar el resto a Dios. Y, a la vez, el deber de ese cristiano es tener el mismo cuidado, la misma preocupación e idéntica ansiedad para con su prójimo, su hermano en la fe y su iglesia, que Dios tiene, para ser gestionadores de la Paz en nuestros pueblos. En el próximo devocional continuaremos el tema.