Epístola de
Bernabé a la Iglesia del Primer Siglo
Escrita entre el año 70-79 D.C. Fue avalada por las
Iglesia de los primeros siglos después.
Fuente: Los Padres Apostólicos. J.B.Lightfoot¸ Editorial ( Clásicos Evangélicos) CLIE. Página 355-339
Los dos caminos
XVIII
1.
Pues
pasemos también a otro género de conocimiento y doctrina. Dos caminos
hay
de doctrina y de potestad, el camino de la luz y el camino de las tinieblas.
Ahora bien, grande es la diferencia que hay entre los dos caminos. Porque sobre
el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores de luz; sobre el otro,
los ángeles de Satanás.
2.
Y
el uno es Señor desde los siglos y hasta los siglos; el otro es el príncipe del
presente siglo de la iniquidad.
Descripción
del camino
XIX
1.
Ahora
bien, el camino de la luz es como sigue: Si alguno quiere andar su
camino
hacia el lugar determinado, apresúrese por medio de sus obras. Ahora bien, el conocimiento
que nos ha sido dado para caminar en él es el siguiente:
2.
Amarás
a Aquel que te creo, temerás al que te formó, glorificarás al que te
redimió de la muerte. Serás sencillo de corazón y rico de espíritu. No te
juntarás con los que andan por el camino de la muerte, aborrecerás todo lo que
no es agradable a Dios, odiarás toda hipocresía, no abandonarás los
mandamientos del Señor.
3.
No
te exaltarás a ti mismo, sino que serás humilde en todo. No te arrogarás a ti
mismo la gloria. No tomarás mal consejo contra tu prójimo. No consentirás a tu
alma la
temeridad.
4.
No
fornicarás, no cometerás adulterio, no corromperás a los jóvenes. Cuando hables
la Palabra de Dios, que no salga de tu boca con la impureza de algunos. No
mirarás la persona para reprender a cualquiera de su pecado. Serás manso, serás
tranquilo, serás temeroso de las palabras que has oído. No le guardarás rencor
a tu hermano.
5.
No
vacilarás sobre si será o no será. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano. Amarás
a tu prójimo más que a tu propia vida. No matarás a tu hijo en (Aborto)
el seno de la madre ni, una vez nacido, le quitarás la
vida. No rehusaras poner tu mano sobre tu hijo o de tu hija, sino que, desde su juventud,
les enseñarás el temor del Señor.
6.
No
serás codicioso de los bienes de tu prójimo, no serás avaro. Tampoco te
juntarás de buena gana con los altivos, sino que tu trato será con los humildes
y justos. Los acontecimientos que te sucedieren los aceptarás como bienes,
sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede.
7.
No
serás doble ni de intención ni de lengua. Te someterás a tus amos, como a
imagen de Dios, con reverencia y temor. No mandes con acritud a tu esclavo o a
tu esclava, que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer al
que es Dios de unos y otros; porque no vino Él a llamar conforme a la persona,
sino aquellos para quienes preparó su espíritu.
8.
Comunicarás
en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las cosas son tuyas propias,
pues si en lo imperecedero sois partícipes en común, ¡cuánto más en lo perecedero!
No serás precipitado en el hablar, pues red de muerte es la boca. En cuanto puedas,
guardarás la castidad de tu alma.
9.
No
seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Amarás como
a la niña de tus ojos a todo el que te habla del Señor.
10.
Te
acordarás, de noche y día, del día del juicio, y buscarás cada día las personas
de los santos. Ya en el ministerio de la palabra, y caminando para consolar y
meditando para salvar un alma por la palabra, ya ocupado en oficio manual,
trabajarás para rescate de tus pecados.
11.
No
vacilarás en dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quien es el buen
pagador de tu galardón. Guardarás lo que recibiste, sin añadir ni quitar
cosa. Aborrecerás hasta el cabo al malvado. Juzgarás con justicia.
12.
No
formarás bandos, sino que guardarás la paz, tratando (le reconciliar a los que luchan.
Confesarás tus pecados. No te acercarás a la oración con una mala conciencia. Este
es el camino de Vida.
El camino del
"Negro"
XX
1.
Mas
el camino del "Negro" (Tinieblas) es torcido y lleno de maldición,
pues es camino de muerte eterna con castigo, en que están las cosas que pierden
el alma de quienes lo siguen: idolatría, temeridad, altivez de poder,
hipocresía, doblez de corazón, adulterio, asesinato, robo, soberbia, transgresión,
engaño, maldad, arrogancia, hechicería, magia, avaricia, falta de temor de
Dios.
2.
Perseguidores
de los buenos, aborrecedores de la verdad, amadores de la mentira, desconocedores
de la recompensa de la justicia, que no se adhieren a lo bueno ni al
juicio justo, que no atienden a la viuda y al huérfano, que valen no para el
temor de Dios, si no para el mal, de quienes está lejos y remota la mansedumbre
y la paciencia, que aman la vanidad, que persiguen la recompensa, que no
se compadecen del menesteroso, que no sufren con el atribulado, prontos a la
maledicencia, desconocedores de Aquel que los
creó,
matadores de sus hijos por el aborto, destructores de la obra de Dios, que se
apartan del que está en necesidad, que oprimen al afligido, defiende a los
ricos, juzgan injustamente a los pobres, pecadores en todas las cosas.
Exhortación final:
proximidad del fin de las cosas
XXI
1.
Es
Bueno, pues, aprender las ordenanzas del Señor, todas las que se han mencionado
antes y andar en ellas. Porque quien éstas cumplieren será glorificado en el
reino de Dios; más quien escogiere lo otro, perecerá con sus obras. De ahí la
resurrección, de ahí la recompensa.
2.
Si
tomáis de mí algún consejo de buena sentencia, yo suplico a los preeminentes:
Tened entre vosotros a quienes hagáis el bien. No lo omitáis.
3.
Cerca
está el día en que todo perecerá juntamente con el maligno. Cerca está el
Señor y su galardón.
4.
Una
y otra vez os lo ruego: Sed buenos legisladores de vosotros mismos, sed unos de
otros consejeros fieles, arrancad de entre vosotros toda hipocresía.
5.
Y
Dios, que señorea todo el universo, os conceda sabiduría, inteligencia,
ciencia, conocimiento de sus justificaciones y paciencia.
6.
Haceos
discípulos de Dios, inquiriendo qué busca el Señor de vosotros, y obrad de manera
que seáis hallados en el día del juicio. 7. Y si hay algún recuerdo del
bien, mientras todo esto meditáis, acordaos de mí, a fin de que también mi
deseo y vigilia termine en algún bien. Os lo ruego, pidiéndoos gracia.
8.
Mientras
está todavía en vosotros el hermoso vaso, no desfallezcáis para ninguno de entre
vosotros, sino inquirid continuamente estas cosas y cumplid todo mandamiento. Porque
dignos son de cumplirse.
9.
Por
eso principalmente me apresuré a escribiros sobre lo que yo alcanzaba, a fin de
alegraros.
Salud,
hijos de amor y paz.
El Señor de la gloria y
de toda gracia sea con vuestros espíritus. Amén.
Epístola de Diogneto a la Iglesia del Segundo Siglo
Escrita entre el año 150 D.C. Fue avalada por las
Iglesia de los primeros siglos después.
Fuente: Los Padres Apostólicos. J.B.Lightfoot¸ Editorial ( Clásicos
Evangélicos) CLIE. Página 618-620
Hoy Rescataremos unos artículos de la carta, en este
caso veremos el énfasis del Comportamiento del Cristiano en el siglo primero en
adelante y lo comparamos con este mundo actual.
5.
Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la
localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en alguna
parte en ciudades suyas propias, ni usan una lengua distinta, ni practican
alguna clase de vida extraordinaria. Ni tampoco poseen ninguna invención
descubierta por la inteligencia o estudio de hombres ingeniosos, ni son
maestros de algún dogma humano como son algunos.
Pero
si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la suene
de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento, vestido y
otros arreglos de la vida, pese a todo, la constitución de su propia
ciudadanía, que ellos nos muestran, es maravillosa (paradójica), y evidentemente
desmiente lo que podría esperarse. Residen
en
sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les
corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones
como los forasteros.
Todo
país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como
todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desembarazan (abortan)
de su descendencia.
Celebran
las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en
la
carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia es en la tierra,
pero su ciudadanía es en el cielo. Obedecen las
leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas. Aman a
todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y,
pese a todo, se les condena. Se les da muerte, y aun así están revestidos de vida.
Piden limosna, y, con todo, hacen ricos a
muchos. Se les deshonra, y, pese a todo, son glorificados en su deshonor. Se
habla mal de ellos, y aún así son reivindicados. Son escarnecidos, y ellos
bendicen; son insultados, y ellos respetan. Al hacer lo bueno son castigados
como malhechores; siendo castigados se regocijan, como si con ello se les reavivara.
Los judíos hacen guerra contra ellos como
extraños, y los griegos los persiguen, y, pese a todo, los que los aborrecen no
pueden dar la razón de su hostilidad.
6. En una palabra, lo que el alma es en un
cuerpo, esto son los cristianos en el mundo.
El alma se desparrama por todos los
miembros del cuerpo, y los cristianos por las diferentes ciudades del mundo. El
alma tiene su morada en el cuerpo, y, con todo, no es del cuerpo. Así que los
cristianos tienen su morada en el mundo, y aun así no son del mundo.
El alma que es invisible es guardada en el
cuerpo que es visible; así los
cristianos son reconocidos como parte del
mundo, y, pese a ello, su religión permanece invisible. La carne aborrece al
alma y está en guerra con ella, aunque no recibe ningún daño, porque le es
prohibido permitirse placeres; así el mundo aborrece a los cristianos, aunque
no recibe ningún daño de ellos, porque están en contra de sus placeres. El alma
ama la carne, que le aborrece y (ama también) a sus miembros; así los
cristianos aman a los que les aborrecen.
El alma está aprisionada en el cuerpo, y,
con todo, es la que
mantiene unido al cuerpo; así los
cristianos son guardados en el mundo como en una casa de prisión, y, pese a
todo, ellos mismos preservan el mundo. El alma, aunque en sí inmortal, reside
en un tabernáculo mortal; así los cristianos residen en medio de cosas perecederas,
en tanto que esperan lo imperecedero que está en los cielos.
El alma, cuando es tratada duramente en la
cuestión de carnes y bebidas, es mejorada; y lo mismo los cristianos cuando son
castigados aumentan en número cada día.
Tan grande es el cargo al que Dios los ha
nombrado, y que no les es legítimo declinar.
Saludos y Bendiciones
Pr. Nelson Castellanos